LA MUÑECA

La protagonista de esta singular novela es una muñeca, que no es que actúe o hable, pero sí es la desencadenante de los hechos y la que va a acompañar a los personajes reales durante toda la historia: una muñeca grande con unos ojos saltones y que acaba por tener un nombre, Irina.
La novela va desde la infancia, unos niños de unos doce años, hasta la madurez y comienza por contar el suceso que les marcó para toda la vida. Uno de ellos, Daniel, que está enamorado de una niña, Ana, la encuentra un día yendo a un vertedero a tirar una gran muñeca de la que quiere deshacerse porque no le gusta y no la quiere. Van los dos al vertedero y consiguen tirarla a un hoyo profundo y la muñeca desde el fondo se queda como mirándolos. Daniel se lo cuenta a sus cuatro amigos, tres niños y una niña y deciden ir a ver a la muñeca. Y después del colegio y del deporte, van con Ana y ven la muñeca, pero en medio de la operación, que ya es de noche tienen que huir. En la huida se dispersan, pero al día siguiente al reunirse, están todos juntos menos Ana. ¿Qué ha pasado con ella? Ha desaparecido, pero ellos no dicen nada y al no encontrar a la niña por ninguna parte, asustados hacen un pacto de no decir nunca nada. Y aquí comienza una historia de terror que desembocará al cabo de los años.
La novela es una historia de venganza, que por desgracia como les pasa a algunos autores no tiene un desenlace claro, no se sabe si deja una puerta abierta a una segunda parte o sin más no interesa acabarla y dejar que sea el lector el que con su imaginación acabe de completarla.
Estamos ante un autor (Antonio Guisado, Sevilla, 1973) y su segunda novela, que no está mal escrita y sabe captar bien la atmósfera de terror en los niños y los adultos y transmitirla al lector. Los personajes están descritos con pocas pinceladas, pero con exactitud, excepto los principales en los que penetra bien en su personalidad.
La historia es muy original, desgarrada en varios momentos, insultante en otros y mostrando la increencia ante el dolor y los acontecimientos que nos superan, manifestando así al hombre moderno siempre retando a Dios y negándole cuando las cosas no son como nos gustarían.

TROA