LA VIRGEN Y EL VIOLÍN

El protagonista, joven y bellísimo, procedente de una familia adinerada que tiene un taller de instrumentos musicales en Cremona, está enamorado de una pintora de familia noble, aunque arruinada; pero sus amores son imposibles por la oposición familiar. El relato comienza con la visita que él hace a Miguel Ángel para mostrarle algún dibujo de su amada. Luego, ella es requerida como pintora para la corte de Felipe II.
La novela es bulliciosa, llena de actividad, sentimientos, idas y venidas; todo se sucede a buen ritmo, con alegría y vivacidad. El ambiente de las familias nobles del siglo XVI se retrata con soltura y desparpajo, y la pintora supera las intrigas de la corte gracias a su don artístico y a su gran inteligencia. El libro comienza a media acción, y se va conociendo a sus protagonistas a través de sus acciones y reacciones. Aun el terrible pacto del protagonista con el diablo se narra con soltura y con un léxico vertiginoso. La autora ha escrito una novela de amor cortesano alejada de todos los tópicos y con una concepción de los religiosos y clérigos en franca decadencia por su lujuria y vicios; el clero de la época y las mujeres que entran en los conventos se guían sólo por el afán de medrar y satisfacen sus necesidades sexuales como cualquier mortal. Pero, como todo, se deja caer al desgaire, con indicios más que con descripciones.

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