LAS OCHO MONTAÑAS

Las ocho montañas es el título de una novela autobiográfica, primera publicada por Paolo Cognetti (Milán, 1978) que ha obtenido el Premio Strega 2017. El autor narra su afición a las excursiones a la montaña, heredada de su padre, que desde pequeño le hizo recorrer senderos y laderas de los Dolomitas cuando su familia vivía en Milán. Ya adulto, se refiere a sus frecuentes recorridos por un lugar montañoso del Valle de Aosta, donde acostumbra a pasar varios meses en casi completa soledad.
La obra refleja el profundo sentimiento de pertenencia a los montes que experimenta el narrador y protagonista después de vivir en el entorno urbano de Turín y haber conocido en Nueva York lo que significa una megalópolis. El regreso a las alturas junto a la naturaleza en estado puro, tanto en los Alpes como en sus viajes al Nepal, significa para Paolo Cognetti mucho más que el disfrute de un merecido descanso y de la paz que proporciona el aislamiento. Lo que más valora sin embargo, es no solo la pureza del aire y la belleza de los paisajes sino la cálida cordialidad de los nepalíes cada vez que viaja al Himalaya y el reencuentro con un amigo de la infancia en su refugio alpino. Por encima de todo, la reconciliación con el recuerdo de su difunto padre, de quien se mantuvo alejado en sus años juveniles sin que su prematura muerte le ofreciera posibilidades de recuperar la cercanía que les unió en el pasado, es el sentimiento que de forma progresiva cobra más fuerza en su interior a medida que pasan los años. El relato no incurre en los tópicos del ecologismo ni oculta la dureza de las escaladas, el peligro de aludes y avalanchas, pero subraya la emoción de explorar caminos escarpados, descubrir edificaciones semiderruidas y conocer las fatigas y peligros que pueden presentarse a lo largo de muchas horas de esfuerzo. La acción externa, queda reducida a la estrecha relación del protagonista con su madre y sus desafortunadas relaciones con una joven por la que no llega a sentir verdadero amor tras una breve convivencia. El panorama personal se completa al describir sus temporadas de vida laboral como autor de documentales cinematográficos. Llegado a la treintena descubre que en la práctica del montañismo el dinero apenas es necesario y que el trabajo en ese ámbito no supone la esclavitud de depender de un salario. Anárquico e introvertido, prefiere la independencia y el silencio al éxito y al empleo remunerado después de haber sufrido de pequeño, la ansiedad que una intensa dedicación laboral provocaba en su padre, químico de profesión. En el fondo, esta actitud escéptica encierra una cierta ausencia de sentido trascendente de la existencia humana por encima de las motivaciones emocionales, que queda patente en su forma de reaccionar cuando desaparece bajo las nieves invernales el amigo al que le unían treinta años de mutuo afecto.

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