SEÑOR KAFKA

El escritor checo padeció los dos grandes totalitarismos del siglo pasado: la invasión nazi en 1939 y la soviética, que sepultó la Primavera de Praga, en 1968. La primera trastocó su vida, hubo de abandonar los estudios de derecho y trabajar como ferroviario, cartero o metalúrgico; la segunda le prohibió publicar legalmente sus novelas.
Este interesante libro se compone de siete cuentos, inéditos en castellano. Escritos en la década de 1950, reflejan la vida en la Praga de la posguerra, cuando en esos años sufría los experimentos sociales y políticos del estalinismo.
El lector no se encuentra con un realismo de tipo objetivista, limitado a narrar hechos que manifiesten falta de libertad, de derechos laborales o condiciones de vida que se adivinan muy duras, sino que Hrabal logra transmitir, sin recurrir a un emotivismo fácil, la ruptura interior de los personajes y la deshumanización de una sociedad aplastada por el comunismo. Ya sea en la famosa acería Poldi, en una fiesta popular, en un campo de trabajo para condenados o en el barro de las calles aparecen hombres y mujeres atrapados en un sistema deshumanizado, pero que anhelan un soplo de espiritualidad.
Presenta una narración con influencias del surrealismo y del absurdo, que le permiten transmitir la radical infelicidad de unos personajes que, marionetas del sistema, llevan una existencia impersonal y sin sentido: sobreviven en la mentira de la verdad oficial, entre la propaganda y la realidad. Dicotomía que Hrabal denuncia mediante la yuxtaposición en el mismo plano de lo ridículo y lo trágico, de lo heroico y lo vulgar, a la manera del esperpento valleinclanesco.
El lenguaje posee gran fuerza poética. La riqueza de palabras y la variedad de imágenes y metáforas logran transparentar, en contraste con lo narrado, un anhelo de belleza y esperanza de redención: “La vida sigue siendo bella cuando se mantiene la ilusión de que puede cambiar el mundo entero desde tu metro cuadrado de tierra”.

Francisco Andrés