VIENTOS AMARGOS

Memorias del autor, que comienzan en 1958, cuando asiste a colegios privados en Shangai y no conoce la pobreza existente. Wu muestra con realismo la paulatina introducción de las consignas del Partido comunista, su proyecto ideológico, su modo de entender la economía, sus métodos de manipulación y de sometimiento político, etc. Y Wu, que era un buen estudiante y deportista, de familia acomodada, por su reticencia a declararse socialista es sometido a vejaciones, privado de todo tipo de libertades y recluido en diversos campos de trabajo, donde sufre hambre, malos tratos y trabajos forzados. Con gran objetividad y sin melodramas, Wu relata la situación de su familia y sus propias ideas y aspiraciones para mostrar el contraste tan fuerte con la vida que luego ha de llevar durante casi veinte años en trabajos forzados. Hay algunas páginas en las que los presos hacen comentarios sobre el sexo algo obscenos, como un modo de evadirse de la penuria que les atenaza. Su educación católica, su natural sentido de la libertad y de la justicia y su inteligencia le hacen aprender de todos y lograr sobrevivir, a costa algunas veces de ejercer la violencia y robar alimentos. El libro es crudo por la realidad que muestra con gran claridad.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa