ABUELO, ¿CÓMO HABÉIS CONSENTIDO ESTO?

Bajo el título general Abuelo, ¿cómo habéis consentido esto? Joaquín Estefanía (Madrid, 1951) economista, director del diario El País y de las publicaciones del grupo Prisa (1988-1996), responde en esta obra a las preguntas que supuestamente le formula una nieta, en busca de explicaciones sobre cómo y por qué se produjo la crisis financiera global iniciada en 2008.
Estefanía, una de la figuras, junto a Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián, más influyentes en la opinión pública española, fue uno de los impulsores del progresismo de izquierdas en la órbita del PSOE, se lamenta ahora de la falta de horizontes y esperanzas que aguarda a las jóvenes en un futuro próximo. Atribuye al capitalismo la responsabilidad de una quiebra que, en su opinión, ha contribuido a profundizar la brecha que separa a los ricos de las clases carentes de recursos. Se trata de un proceso que, siguiendo el ideario marxista, considera que acabará por concentrar el capital disponible en manos de las élites financieras mientras aumenta el número de pobres, reducidos a niveles de miseria semejantes a los del proletariado de siglos pasados. Aunque algunas de las críticas dirigidas a los fallos del sistema financiero resulten acertadas, Estefanía parece olvidar que la crisis no fue gestionada con acierto en su momento por los dirigentes políticos, unos socialdemócratas y otros abiertamente socialistas, como el caso de Rodríguez Zapatero en España. De cualquier forma y al margen de las causas que provocaron la actual depresión económica internacional, el autor no presenta alternativas viables, muestra su comprensión hacia los movimientos antisistema de los “Indignados”, al tiempo que añora los años felices de la democracia española que, para el autor, vinieron representados por el Partido Socialista liderado por Felipe González. El planteamiento de los problemas que afectan a la sociedad española actual responde a criterios de justicia, igualdad y solidaridad nacidos del laicismo característico de la acción de las izquierdas. En consecuencia, prescinde de valores basados en la familia y la dignidad trascedente de la persona humana, ignorados, cuando no negados, como restos de unos principios superados y carentes de sentido en la época actual. Estefanía, aunque se muestra preocupado ante el cerrado horizonte de futuro que aguarda a sus nietas, no les aclara cuales fueron los errores que dieron lugar a la crisis, ni tampoco les ofrece argumentos válidos para afrontarla. Se limita a anotar unas vagas referencias a injusticias y desequilibrios atribuidos a financieros ambiciosos, dispuestos a mantener sus privilegios sin reparar en medios para conseguirlo. El autor utiliza el mismo estilo suelto ágil y un tanto demagógico de sus artículos y crónicas habitualmente publicadas en el diario El País.

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