ANATOMÍA DEL MIEDO

La detective Russo se enfrenta a un asesino en serie que actúa con mucha premeditación y dibuja a sus víctimas antes de acabar con ellas. Pedirá la ayuda de un reputado experto de la policía que tiene una gran habilidad para dibujar los retratos robot de los criminales a partir de las declaraciones de los testigos. En este caso, aunque los testigos son pocos, el retrato va tomando forma a medida que el psicópata se va a acercando, cada vez más, a los protagonistas.
Conforme van sucediendo los hechos, el autor va intercalando los dibujos del asesino con los bocetos de los retratos robot realizados por el retratista de la policía, que consigue hacerlos gracias a la empatía que logra con los testigos y ayudado de las premoniciones y sueños de su abuela santera, que siente que el peligro acecha a su nieto. El protagonista no da crédito a todo ese mundo irracional de la santería, pero acabará reconociendo cuánto se aproxima a la verdad en su caso. El ritmo es muy dinámico y mantiene bien la intriga, la atención y el interés del lector. En ocasiones se utiliza un vocabulario vulgar y soez, puesto en boca de algunos policías.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa