BUENAS NOCHES, DULCES SUEÑOS

El 30 de abril de 1945, con el suicidio de A. Hitler, la Segunda Guerra Mundial quedó prácticamente finalizada en Europa aunque hasta el 5 de mayo Alemania no firmó la rendición oficial. Durante ese día transcurre la acción de Buenas noches, dulces sueños, la novela que el escritor checo Jiri Kratochvil (Brno, 1940) dedica a los últimos momentos de la ocupación nazi del Protectorado de Bohemia-Moravia, actual República Checa.
La obra, publicada en 2012, está ambientada en Brno, capital de Moravia, ciudad natal del autor y protagonizada por tres hombres que aprovechan la llegada del ejército soviético para regresar a sus hogares, una vez que ya no temen a la Gestapo alemana. Dos de ellos intentan hacerse con cajas de penicilina, el medicamento-milagro recién descubierto, que suministraba el ejército americano. El preciado fármaco se utilizaba para tratar a los heridos de guerra atendidos en la clínica de un médico, pariente de uno de los protagonistas, mientras que el otro acoge en su casa paterna, recién recuperada, a personas a quienes los bombardeos aliados y alemanes, han dejado sin hogar. El relato describe la situación caótica de las poblaciones, carentes de los servicios de luz, gas y agua, donde para alimentarse había que recurrir al mercado negro, intercambiando plata, joyas, ropa, cuadros o cualquier otra clase de bienes por unos pobres alimentos básicos. En cada esquina, francotiradores y grupos de resistencia alemanes lanzan bombas o disparan sus armas sin discriminar si las víctimas eran civiles o militares. Las minas hacen saltar edificios y personas, cuyos cadáveres recogen en carros grupos de voluntarios que, a falta de un lugar adecuado, los entierran en jardines públicos. Este siniestro escenario enmarca un desarrollo argumental cuyos tenebrosos perfiles quedan atenuados por la forma en que el autor lo aborda. Su declarado rechazo de la realidad como materia literaria, le lleva a construir una ficción que mezcla realismo y fantasía en un mundo ficticio que responde a su propia lógica. Metaliterario, transgresor y laberíntico, el relato juega con el lector, lo engaña, monta y desmonta alternativamente la trama y alterna los momentos dramáticos con secuencias tragicómicas, como la boda de unos enanos circenses en lo alto de un tejado por encima del cual sobrevuelan aviones militares rusos. En el mismo contexto, se encuadra la exhibición en plena calle de una funambulista que se venda los ojos en medio de tiroteos y explosiones para cruzar por el aire de una acera a otra. Esta visión, mitad real mitad mágica, de una ciudad entre el final de una ocupación muy dura y el comienzo de una supuesta “liberación” que se sospecha dudosa, ante la presencia de la autoridad comunista, es interesante por su temática. Sin embargo, la novela, escrita con un estilo indirecto, sin apenas diálogo y frases densas, exige una lectura atenta y esforzada sobre todo para público ajeno a los complicados itinerarios que los personajes siguen por las semiderruidas calles de Brno. El trasfondo político y las connotaciones eróticas del contenido requieren además lectores con formación.

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