LA PROMESA DE KAMIL MODRACEK

Novela protagonizada por un arquitecto checo de Brno, que conoció el éxito profesional durante el periodo de entreguerras. Incluso llegó a diseñar una mansión, cuyo plano mostraba una planta en forma de esvástica para un jerarca alemán, durante la época del Protectorado nazi de Bohemia-Moravia. En la década de 1950, con el país bajo dominio comunista, en pleno stalinismo, su estudio pasó a ser propiedad del Estado y el arquitecto fue uno más de los funcionarios que diseñaban viviendas populares de impronta estética socialista. En esta situación, su hermana, una pintora políticamente disidente, es encarcelada, y pese a sus intentos de liberarla, murió, supuestamente por suicidio. Kamil promete que la vengará en la persona del teniente de la Seguridad Nacional encargado de interrogarla y que luego se ha quedado con la casa que él había construido para ella. La obra, finalizada en 2008, comienza como una novela de intriga en la que un ex investigador privado, reconvertido en dependiente de carnicería por los comunistas, comparte protagonismo con el arquitecto. La trama se complica cuando Modracek secuestra al teniente y lo encierra en un subterráneo hallado ya por casualidad en los sótanos de su casa. En el mismo lugar se llegan a reunir una veintena de prisioneros, en lo que deja de ser un secuestro para convertirse en una utopía paranoica, paralela a la utopía comunista vigente en el exterior. Construida según modelos de edificación de Le Corbusier, en el interior de esa especie de isla subterránea se desarrolla un argumento de reminiscencias kafkianas, suavizadas por cierto humor intelectual típicamente centroeuropeo. J. Kratochvil(Brno,1940) ha creado una parodia magistral de la claustrofobia y la arbitrariedad sufridas en los países del Este bajo el Telón de Acero, concebida de forma genial y escrita con notable calidad técnica. No obstante, el relato, cargado de reminiscencias metaliterarias referidas a V. Nabokov y de referencias sociales, políticas y religiosas, no resulta de fácil lectura. Ni tampoco impide que algunas alusiones de índole sexual sean poco refinadas e incluso obscenas.

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