DETRÁS DE LA ESTACIÓN

Segundo título de la “Trilogía Grisona” que el autor dedica a su tierra natal, protagonizado y narrado por un niño que cuenta episodios de su vida cotidiana con la ingenua naturalidad propia de su edad.
La acción transcurre en un pequeño pueblo alpino de Suiza, de muy pocos habitantes, cuyas características personales y ocupaciones profesionales, ferretero, monitor de esquí, pintor, conductor de excavadora, etc. aparecen descritas a través de las sencillas explicaciones del personaje central, observador minucioso y reflexivo. El relato ofrece una crónica realista, amable e impregnada de humor de cómo se desenvuelve la actividad diaria en un lugar apacible, aunque no exento de problemas y de sufrimientos. El autor focaliza este entorno desde la mirada objetiva de quien se fija en lo que ve pero no entiende todo lo que sucede, ni sabe con certeza por qué ha sucedido. Con este tratamiento narrativo consigue desplegar ante el lector una serie de historias significativas en su perspectiva humana y social, despojadas de intimidad dramática y que, en conjunto, transmiten una atmósfera ambiental expresiva y envolvente. El estilo, de frases muy breves, encierra una cuidadosa elaboración bajo su condensada sobriedad que resulta tan oportuna cuando el protagonista cuenta alguna de las travesuras realizadas junto a su inseparable hermano, como al referir la muerte de su querido abuelo. Detrás de la estación de un lugar cuyo nombre no se menciona, late todo un mundo de sentimientos, afanes, ilusiones y penas que son comunes a toda la humanidad. Elementos que se convierten en materia novelística de primera calidad al estar considerados, no como algo de trivial insignificancia, sino como ejemplo de la grandeza intangible de lo auténticamente humano.

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