EL ALUMNO GERBER

Kurt Gerber, de diecinueve años, se sobresalta cuando, al comenzar las clases en el instituto, se entera de que su curso, el último de bachillerato, va a tener como tutor a un profesor muy severo que además siente antipatía hacia él. Su padre, un empresario delicado de salud, le sugiere que cambie la matrícula a otro centro, pero él prefiere resistir entre sus compañeros de siempre y tratar de aprobar a pesar de todo. La novela, publicada originalmente en 1929 y titulada El alumno Gerber, es la primera escrita por Friedrich Torberg (Viena, 1908-1979) y hasta ahora nunca se había traducido en España.
El autor, cuyo verdadero nombre era Friedrich Ephraim Kantor-Berg, perteneciente a una familia de judíos checos, narra en esta obra, inspirada en vivencias autobiográficas, las trágicas consecuencias que puede provocar y de hecho provocaba entonces, la persecución a la que un tutor puede someter a un alumno brillante y a la vez de equilibrio psíquico frágil. Kurt Gerber, inteligente pero perezoso, experimenta una clásica crisis de madurez juvenil, que se plantea tanto en el plano sentimental como en de su vida de estudiante. Angustiado por el temor a que, si suspende, la salud de su padre se quiebre por el disgusto definitivamente, lucha para sacar buenas notas en matemáticas y geometría, las asignaturas que más le cuestan y que, precisamente, son las que imparte el malévolo tutor. El tratamiento intimista del desarrollo argumental y el predominio del estilo indirecto sobre los diálogos, contribuyen con mucha eficacia a transmitir al lector, en toda su intensidad, la situación de incertidumbre, desconcierto y e inestabilidad emocional en que se encuentra el protagonista. Soledad, miedo, humillación e indefensión son los sentimientos que dominan cada vez con más fuerza, al joven Kurt sin que tenga nadie a quien recurrir para que le ayude a superarlos. A medida que se acercan los exámenes finales, crece la tensión entre los alumnos y los rumores sobre quien aprobará y quién no. Al final, en los momentos decisivos, Kurt pierde los nervios ante las dificultades de las pruebas que tiene que superar, el pánico a ser responsable la muerte de su padre si fracasa y la espera final para conocer su nota. Muy bien escrita, con un estilo que revela una juvenil emotividad, la obra denuncia la actitud tiránica de profesores como el que aquí aparece, al que sus alumnos llaman “El Dios Kupfer” por su modo casi divino de entender la autoridad. Desde una posición de fuerza, acosa a Gerber de modo inmisericorde, sin importarle la situación familiar por la que atraviesa el chico, hasta doblegar por completo su ánimo y su razón.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa