EL JARDINERO Y LA MUERTE

Gospodínov quizá sea el escritor búlgaro más importante desde el último tercio del siglo pasado. Su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas y con su novela Las Tempestálidas alcanzó reconocimiento internacional. Impedimenta presenta ahora El jardinero y la muerte y anuncia que publicará en breve dos novelas más: Novela natural y Física de la tristeza.
La confirmación, tan temida, del cáncer de su padre es el comienzo de la novela que va relatando de manera impresionista, con pinceladas de recuerdos y anécdotas, los últimos meses de la vida de su padre y las largas horas cuidándolo al pie de la cama. Mientras asiste a su rápido deterioro, acentuado por la inmovilidad y el dolor insoportables, surge una radiografía sentimental de su padre, a la vez que se va reconociendo a sí mismo.
Pero el protagonista, aunque pueda parecer paradójico, no es la muerte sino la vida; la que a su padre se le escapa entre analgésicos y médicos, indefensa ante la enfermedad, pero soportada con fortaleza. Ese saberse ir de su padre le devuelve la imagen del héroe anónimo que le protegió en su niñez y ahora, ya adulto, le sigue mostrando las cosas importantes de la vida: la amistad, el amor por los suyos y la conexión con la tierra gracias a las flores y los frutos de su amado jardín.
La manera de enfrentar la muerte, sereno ante el dolor y generoso para reprimir la queja que paralizaría a los demás, es la última enseñanza de su padre. Además de las muchas historias y anécdotas que, ahora, repasándolas con el lector, le ayudan a entender la vida: “las cosas de mi padre, las que se quedaron y guardé, ese pequeño museo de lo cotidiano, museo del hombre no heroico”.
Una prosa llena de lirismo, a la par sencilla y natural, como el respirar del alma, expresa acertadamente el mundo interior. Los capítulos, muy breves, se inician con pequeños sucesos y a partir de ahí, el autor encadena reflexiones y sentimientos que, en su momento no fueron incoados y ahora cobran vida.

Francisco Andrés