EL SOVIET DE LOS VAGOS

La localización de la novela es en Francia y el contexto temporal el año 1934 aunque se alude a una década anterior y al pasado de todos los personajes al final del armisticio. Nikola Tesla, el famoso físico serbio, envía a Fevre, parisino residente en EEUU de nuevo a su país de origen a investigar en el archivo de David Babbit, un científico del que Tesla desea conocer para quién trabajaba y si desarrollaba un arma, alguien con un alter ego de novelista: Bertrand Everett. Fevre tiene la misión de devolver a la Universidad de Columbia el legado escrito de Babbitt: esa es su coartada cara a los franceses.
Henri Fevre no sabe exactamente qué busca ni por dónde hacerlo, sigue cualquier pista y se encuentra con conspiraciones y contraespionaje. Habla con diversas personas: gobierno, periodistas, amigos de Babbitt, traductores de Everett y, en esas conversaciones, las evasivas son constantes pues ninguno sabe de qué lado está el otro y nadie pone las cartas sobre la mesa.
Se trata de un libro que no sigue los cánones de ningún género, sino que tiene algo de novela policiaca de investigación, de anticipación, con un fondo político y también de colaboración de científicos en el desarrollo de armas. Gallarza ha construido una novela que comienza in media res y en la que lo implícito y las diversas lecturas que puede tener cada conversación y cada pista llevan por variados caminos. Es un relato que soporta distintos enfoques y distintos modos de acercarse a su contenido: el político, el de un investigador torpe que no sirve para la tarea encomendada, el de una mujer misteriosa y coprotagonista que salda las cuentas con el pasado. Ha creado una maquinaria compleja en la que elabora una teoría sobre la novela policiaca qué el mismo desarrolla: dejar algo a la vista pero sin destacarlo, de modo que el lector se fije no tanto en lo que se dice, sino en lo que se escamotea. Su autor escribe con la prosa firme, segura y fluida del mejor castellano, sin nada que haga entrever que es español, es decir, sin acudir a los tópicos geográficos o políticos de los que muchos autores se sienten deudores. El periodo de entreguerras, la desconfianza hacia los comunistas, el poder del periodismo, los chantajes, la utilización de la administración pública en asuntos personales son algunos de los temas de esta novela sencilla y compleja a un tiempo. Gallarza escribe con soltura y dominio del lenguaje de tal modo que logra una obra fluida, de calidad y, a la vez, fácil de leer; con ella ganó el Premio Tigre Juan en el 2000.

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