EL VIAJERO DE PRAGA

Un médico checoslovaco asiste a unas jornadas de trabajo en Barcelona y decide quedarse allí, a pesar de que se siente traidor a su patria. Meses después parte hacia Londres, sin motivos para irse ni objetivo para llegar.
Vásconez (Quito, 1946) retoma en esta ocasión al protagonista de otra novela anterior, un hombre atormentado, con sentimientos de angustia y desconfianza, que se va manifestando a lo largo de un soliloquio complejo y tortuoso. La figura de un mudo parece el contrapunto de la del médico. Los personajes resultan inconsistentes y la trama un tanto errática, como plasmando la evolución del protagonista, que huye de la historia para encontrar el azar. La soledad del médico es la verdadera protagonista de la novela; el doctor vive "días muertos, tediosos, que giran sin cesar en el vacío", situación que se agrava por sus temores y por su confusión entre la realidad y el ensueño. Hay alusiones sensuales y alguna breve descripción erótica. El estilo, cuidado, resulta algo afectado y de lectura poco amena, obstaculizada por unas introspecciones psicológicas poco atinadas y por sucesos escasamente trazados.

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