HEATHERLEY

Flora Thompson (Oxfordshire, 1876 - Brixham, 1947) es una novelista y poeta inglesa que solo publicó en vida La trilogía de Candleford, además de algunas historias cortas y artículos en diversos periódicos. A esa trilogía le siguió Heatherley, una secuela de la misma cuyo manuscrito finalizaría Flora Thompson en 1944, pero que no vería la luz hasta 1979. De nuevo, en esta ocasión, Heatherley hace referencia a una localidad ficticia en la que la protagonista (alter ego de la autora) vivirá su primera etapa de la edad adulta fuera de su querido Candleford y lejos de su familia para trabajar en una oficina de correos como telegrafista, oficio que aprendería y desempeñaría en la ciudad próxima a su pueblo cuando terminó la etapa escolar.
Laura ha cumplido ya veinte años y el siglo XIX se dispone a finalizar su recorrido. Inglaterra goza de relativa calma, aunque la guerra de los Boers está a las puertas como una hazaña romántica en manos de voluntariosos jóvenes dispuestos a defender y honrar a su país. En un siglo donde los cambios económicos, sociales, religiosos y científicos han sido evidentes. Todo hace indicar que el siguiente vendrá cargado de nuevos inventos y prosperidad, sin sospechar las tragedias bélicas que no conseguirían evitar. Pero ahora es un momento único para Laura, lejos están todavía esas vivencias y su interés se centra en el aroma del brezo, el color de las flores y las distintas personas con las que convivirá en un periodo relativamente breve de su vida, pero que dejará en ella recuerdos imborrables.
Flora Thompson vuelve a deleitar al lector con la cadencia de su escritura, su amor por la naturaleza, el realce de la belleza en lo cotidiano y de todo aquello que aparentemente pudiera resultar anodino.
Sus novelas, y ésta no lo es menos, son un fiel reflejo de la Inglaterra rural victoriana y de la sociedad de su tiempo. Con sosiego, sin cambios de humor apreciables, la autora da vida a un personaje real, ella misma, que siente, vive y ama con lo que la vida le va ofreciendo. Es una aceptación de la realidad que, lejos de ser pasiva, nace de una profunda sensibilidad consiguiendo trasmitir a sus lectores la certeza de que el mundo, a pesar de todo, es un lugar apacible en el que estar.

Encarnita Herraiz