LA CASA DEL RELOJ

La Casa del Reloj forma parte de la herencia que un acaudalado viudo sin hijos lega al que fuera su chófer y fiel acompañante durante sus últimos años, nombrándole único heredero de sus cuantiosos bienes. Una cláusula del testamento obliga al beneficiario a hacer del citado edificio su vivienda permanente y a efectuar en él las reparaciones que necesita después de haber permanecido muchos años cerrado y desatendido en su mantenimiento. La obra narra la llegada del nuevo propietario, todavía joven y soltero, al pueblo donde se encuentra situada la casa y su toma de contacto con los habitantes del lugar para contratar la realización de las obras de restauración y mejora del edificio, utilizado por los anteriores dueños para pasar los meses de verano.
Álvaro Pombo (Santander,1939) imprime a la acción un tratamiento de carácter psicológico para centrar la trama en le evolución interior del protagonista que pasa de modesto empleado de servicio, a disponer de una considerable fortuna que le permite vivir de rentas. Con el tiempo, descubre que su antiguo patrono le ha dejado en herencia dinero, inversiones e inmuebles, pero también pesadas cargas emocionales derivadas de un matrimonio que se rompió cuando su propio hermano dejó embarazada a su mujer, tras varios años de convivencia conyugal estéril. El antiguo chófer, que no esperaba encontrarse con un pasado tan complejo en la vida de su apacible jefe, siente curiosidad por los entresijos de aquella historia personal y acaba por implicarse peligrosamente en ellos. Con este planteamiento, el desarrollo argumental cobra un cierto aire melodramático, impregnado de crítica social, dirigida contra los ricos ociosos y derrochadores y las mujeres caprichosas, fiadas en el poder de su dinero. El autor ha escrito una novela evocadora de la sociedad española de mediados del siglo XX, de acuerdo con una técnica que recuerda la narrativa realista de aquella época. La atmósfera ambiental está bien conseguida, el desarrollo argumental queda secuenciado de forma consecuente y el estilo es correcto, aunque se aprecia cierto abuso de términos coloquiales de carácter obsceno. Los personajes resultan artificiales en su rígida configuración de prototipos sociales y las abundantes reflexiones que alteran el ritmo narrativo y entorpecen el desarrollo de la acción. El desenlace considera el dinero como una cadena que aprisiona a quien lo posee, a cambio de ofrecer comodidad y ocio a quien lo posee y que sólo quien es capaz de renunciar a él puede llegar a ser libre.

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