LA CIUDAD DE LOS HOMBRES SANTOS

La ciudad de los hombres santos es el tercer y último volumen de la trilogía titulada “Los Buscadores” que protagoniza Tirso Alfaro, miembro de un supuesto equipo de expertos en historia y arqueología dedicados a recuperar el patrimonio artístico español expoliadas durante los siglos XIX y XX. Con motivo de una exposición celebrada en París, Tirso colabora con la Interpol en la custodia de antiguos manuscritos de gran valor, cedidos temporalmente por filólogos dedicados a la traducción de dichos textos.
Pese a las fuertes medidas de seguridad, uno de los más preciados documentos cae en manos de Voynich una peligrosa banda internacional que aspira a utilizar con fines criminales descubrimientos de la ciencia ocultos en textos perdidos de la cultura egipcia, grecolatina o judía. En particular, el manuscrito desaparecido revelaba el lugar donde fue depositada la llamada “Mesa del rey Salomón” que se supone transmitía a sus poseedores unos poderes extraordinarios para dominar el mundo. En la búsqueda de tan valiosa pieza, rivalizan los miembros del equipo de Tirso contra los delincuentes de la Voynich, que no dudan en cometer cuantos crímenes y engaños sean necesarios para el cumplimiento de sus fines. Localizada la Mesa del rey Salomón en una perdida ciudad de la selva amazónica, se desarrolla en torno a ella una violenta lucha de incierto resultado que se cobra la vida de numerosos personajes. Por sus elementos de fantasía y aventura, la obra recuerda algunos de los más conocidos filmes de la serie “Indiana Jones” protagonizados por Harrison Ford y, en particular, el titulado “En busca del Arca perdida”. El profesor de arte e historia Luis Montero Manglano (Madrid, 1981) pese a la inverosimilitud de la trama consigue, a través de sus personajes y de cierta habilidad en la descripción de los episodios de intriga, ofrecer un divertido relato de aventuras que mantiene el interés del lector hasta las páginas finales. Las referencias a leyendas y mitos, más o menos relacionados con ciencias ocultas, carecen de capacidad de convencer, debido a la desbordada fantasía y falta de dobles intenciones por parte del autor.

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