LA JURADO 272

La novela entra en acción desde el primer momento con un problema: la absolución de un presunto asesino negro de una niña blanca, alumna suya en un colegio. Pero el tema se plantea desde el aspecto de los jurados, que son doce personas que tienen que decidir sobre el caso en base a unas pruebas que no acaban de ser definitivas y concluyentes y que además el cuerpo de la víctima no ha aparecido.
Los jurados, que en un principio en su totalidad estaban seguros de la culpabilidad del acusado, poco a poco y a través de la acción de uno de ellos, Maya, una joven, van cambiando de opinión y al final no le consideran culpable. Sin embargo, uno de los jurados, Rick que se hizo amigo de Maya desde el primer día, no está de acuerdo con ese veredicto.
Pasan diez años y una compañía de TV quiere hacer un programa sobre el juicio y para eso reúne a los mismos jurados y lo hace en el mismo hotel donde estuvieron albergados. Ha cambiado el panorama, ya que Maya es abogada de un bufete famoso de la ciudad y Rick afirma que tiene pruebas de que se equivocaron al absolver al presunto asesino. Y es en ese momento cuando las cosas se complican y la novela adquiere un máximo de tensión.
El sistema que se emplea para la narración es alternar el presente con la vuelta al pasado estudiando a cada uno de los jurados y descubriendo quién y cómo es cada uno realmente.
El relato, literariamente hablando, es el propio de este tipo de novelas: la acción es lo primero y los personajes son siempre un poco superficiales y queriendo dar a entender que todos tienen un mundo complejo y que no siempre es claro. No se cuida el lenguaje y en general es pobre, pero en su conjunto, distrae, aunque caiga muchas veces en tópicos y recursos propios del género.
En resumen, una novela para pasar el rato, de un escritor, guionista de cine de éxito.

TROA