LA PUERTA

Sosuke es un oficinista cargado de trabajo que vive con su esposa, Oyone. Aunque Sosuke vuelve a casa muy cansado, la armonía en la que viven es deliciosa. Pero surge el problema de cómo atender a Koroku, el hermano pequeño de Sosuke, pues el tío de éste, Saseki, ya no puede hacerse cargo de él. Sosuke tiene dificultades económicas e intenta llegar a un acuerdo con su tío para poder sufragar los gastos de Koroku. A su vez, Oyone no tiene hijos y vive con ese dolor.
Como es habitual en Natsume Soseki, autor japonés cuyas obras ya han sido publicadas en esta misma editorial, narra aquí también la vida doméstica de Sosuke y su mujer en una pequeña casa y su sencilla vida: el cansancio, las labores domésticas, el modo de vestir, de cuidar la casa y de calentarla y, sobre todo, de resolver lentamente el problema de atender a Koroku. Sosuke ha sido un tanto ingenuo en cuanto a la repartición de la herencia y a la gestión económica de ciertos bienes familiares llevada a cabo por su tío. La diferencia de carácter de ambos y la desenvoltura de Saseki frente a la timidez de Sosuke conduce a que los hechos discurran de modo poco favorable.
El matrimonio que conforman Oyone y Sosuke es ejemplar, pero también encerrado en sí mismo, sin apenas trato social, ni diversiones, ni casi distracciones ni alegría. La resignación les caracteriza, así como la suavidad de sus maneras, la educación, la asunción de sus responsabilidades y la aceptación del destino, con el dolor que conlleva.
“La puerta” es una novela costumbrista, obra maestra de la literatura japonesa del siglo XX. Soseki trata aquí de problemas conyugales y domésticos, con un poco más de ritmo que en otras novelas y con gran delicadeza. El lector ve que algo ocurre y el autor espera para aclararle la causa del problema y el origen de la dificultad. Esa espera, el modo de dosificarla es una de las carácterísticas de “La puerta” publicada por primera vez en 1910.

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