NO DIGAS QUE ME CONOCES

No digas que me conoces de Sergi Doria es una novela inspirada en la vida real de Antoni Llucià Bussé, natural de la localidad catalana de Capellades (n.1890-m.1930). Desde muy joven demostró poseer extraordinarias cualidades para estafar al prójimo de mil formas, todas ellas muy imaginativas. Al realizar sus actividades, era capaz, también, de adoptar toda clase de disfraces que asumía con gran poder de convicción.
Perseguido por la policía en varios países europeos y americanos, se mostraba singularmente hábil a la hora de evitar su detención, aunque no siempre lo consiguió. Encerrado en cárceles y manicomios, lograba evadirse y volver a cometer los mismos delitos por lo que había sido condenado. Después de largos años de vida aventurera, se estableció en Barcelona, contrajo matrimonio, tuvo dos hijos y murió, todavía joven, convertido en el típico hombre de negocios burgués. La obra simula estar narrada por un periodista afecto al anarquismo, ideología que poco después rechaza al percibir su progresiva deriva hacia la violencia callejera y asesinato de disidentes. A la trama argumental, centrada en la carrera delictiva del protagonista, se suma un marco histórico que revierte a la década de los años veinte del siglo pasado, que revistió en Cataluña un especial significado por la continua agitación social que reinó allí en aquella época. Llucià contrae matrimonios fraudulentos, adopta múltiples identidades de hombres conocidos y explota su parecido físico con el rey Alfonso XIII, para vivir bien sin trabajar. Mientras tanto, su amigo el periodista, al tiempo que escribe su biografía, se relaciona con personas reales, como el anarquista Seguí, alias “El Noi del Sucre” y el más moderado Ángel Pestaña. Incluso llega a conocer a Primo de Rivera cuando era Capitán General de Cataluña, con el que colaboró después, siendo ya “Dictador”. La obra combina acertadamente la parte dedicada a la biografía con la reconstrucción ambiental aunque los elementos históricos queden mejor elaborados que los de ficción. El estilo, con predominio de la forma dialogada, es sencillo, de fácil lectura sin mayor relieve estético destacable. La falta de valores del personaje y su contacto habitual con prostitutas imprimen a la acción un carácter amoral que puede confundir al público lector poco formado.

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