ROSA CANDIDA

El protagonista de esta novela, a pesar de ser brillante en sus estudios, no quiere ir a la Universidad sino dedicarse profesionalmente a la jardinería, especialmente al cultivo de rosas. Para comenzar, deja su país, Islandia, y se traslada al extranjero, decidido a reconstruir la rosaleda, antaño famosa y ahora abandonada, del jardín de una antigua y remota abadía. Al poco de instalarse, recibe la llamada de una joven, con la que tuvo una hija, fruto de una relación de un día, que le pide que se ocupe de la niña, de pocos meses, durante unas semanas. La acción narra paralelamente su entrega al cuidado de las rosas, sobre todo de una variedad muy especial, de ocho pétalos, y al de la pequeña con la que cada vez está más encariñado. Cuando la madre, que decidió compartir alojamiento con él mientras redactaba su tesina, se marcha, la niña se queda con su padre, que ha logrado continuar su trabajo y a la vez hacer un hueco en su vida a esta criatura, la rosa más bella que pueda cultivar.
La autora (Reikiavik, 1959) profesora de Historia del Arte en la Universidad de su ciudad natal, narra, en esta su tercera novela publicada, combinar una delicada historia de afectos sentimentales y de goces sensoriales. El protagonista, cuya madre ha muerto recientemente, se aleja de su padre, ya jubilado, y de su hermano gemelo deficiente mental e ingresado en un centro asistido, para seguir su vocación pero encuentra en su hija una nueva familia que se completa con los monjes de la abadía y los vecinos del pueblo. La madre de la niña, en cambio, evita comprometerse en situaciones estables y prefiere continuar con su trabajo de investigación. Escrita con un estilo muy personal, de frases cortas pero muy precisas y expresivas y descripciones sutilmente poéticas de paisajes y jardines, la obra cuenta además con personajes bien definidos psicológicamente con una técnica narrativa sólida y bien estructurada. En un ambiente naturalista de promiscuidad sexual socialmente aceptada, la inclinación del protagonista hacia la estabilidad familiar en la que él mismo creció se destaca de modo más favorable que la actitud evasiva de la madre de la niña.

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