UNA CASA EN THORNWOOD

Cuando fallece Tony, el padre de su hija, Audrey y la niña de apenas once años quedan completamente consternadas cuando se enteran que la muerte ha sido por suicidio. Días después descubrirán que Tony les ha dejado en herencia una enorme finca familiar abandonada en Queensland, Australia. Cuando se trasladan allí para visitar la casa con intención de venderla, no pueden evitar enamorarse del lugar y de cuanto lo rodea. Decidirán dar un giro a sus vidas y establecerse allí. Hay algo en la casa que las atrapa y despierta la curiosidad de Audrey: el abuelo de Tony fue acusado de asesinar a la que sería su abuela, y tras ésta, otras muertes en extrañas circunstancias rodearían de misterio la finca. Ante un pasado completamente desconocido para Audrey, que Tony jamás le contó, decidirá por sí misma buscar alguna pista que dé razón a lo sucedido y poner punto y final a la macabra historia.
Contra lo que cabría suponer, la autora no consigue pasar más allá de una sucesión de acontecimientos utilizando imágenes comunes, poco originales, ampliamente utilizadas en la literatura y la cinematografía. La relación entre los personajes no pasa de ser meramente circunstancial, sin apenas vinculación entre ellos y con una actuación siempre al servicio de la trama. Ni el misterio que se quiere dar a la historia, ni las relaciones amorosas, también de tipo lésbico, ni tan siquiera la tragedia de las muertes logra trasmitir tensión al lector en ningún momento. Una novela con una argumentación simple, poco original y que quizá podría entretener a un público muy poco exigente.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa