UNA NOCHE SIN LUNA

Una joven francesa, apasionada de la cultura china, vive en Pekín gracias a una beca universitaria, estudiando y trabajando como intérprete. En una de estas actuaciones conoce a un anciano historiador que le habla de ciertas obras maestras de la pintura y caligrafía tradicionales, muchas de ellas destruidas en la época de Mao, y de un texto escrito en seda, redactado en un idioma ya extinguido. A la vez, la protagonista conoce a un joven que será su amante y que también está interesado en las lenguas primitivas del país. Así la acción se refiere sobre todo a las investigaciones de los dos personajes sobre el tema, aunque también alude a las relaciones personales entre ambos.
Se trata de una narración compleja y ambiciosa que rinde homenaje a la caligrafía china y a su milenaria cultura. El autor ha montado, para este propósito, un argumento que combina elementos sentimentales, sociológicos y políticos con un trasfondo de erudición donde se plasman las raíces budistas de la civilización de su país de origen. La ausencia casi absoluta de diálogo, la extraña configuración psicológica de los personajes y un cierto surrealismo latente en la concepción de las situaciones tienden a desconcertar al lector, especialmente si no tiene conocimientos previos sobre la historia de China. Los aspectos técnicos están muy bien elaborados y el estilo muestra notable corrección en su estructura, elegancia expresiva y selecto vocabulario. No obstante, la problemática del contenido queda bastante difusa, salvo las críticas al régimen político de China tras la muerte de Mao, pues la trama se extiende de 1978 a 1990.

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