EL SEÑOR DOUBLER Y ARTE DE CULTIVAR PATATAS

Sani Glaiser, autora de El señor Doubler y el arte de cultivar patatas, trabajó en una librería hasta que fundó una iniciativa relacionada con eventos culinarios. El protagonista de su segunda novela es el señor Doubler, experto productor de patatas del condado en su granja Mirth Farm (Inglaterra), un hombre amante de su trabajo y que, abandonado por su esposa, parece conformarse con esa actividad y no necesitar nada más.
El señor Doubler es un tipo solitario que tan solo se relaciona esporádicamente con sus dos hijos con quien tiene algún rencilla. ya que uno de ellos quiere vender la granja y él se niega rotundamente; también trata con su ama de llaves, la señora Millwood, mujer llena de bondad y sabiduría cuyos consejos le son muy valiosos; pero ella enferma y envía a su hija para que se encargue de llevar los asuntos domésticos de la granja, una joven muy desenvuelta que anima a Doubler a ser voluntario en el refugio de animales de la zona. Allí conoce a gente con distintas problemáticas y entre ellos surgen amistades y también algún desencuentro y dificultades que Doubler tendrá que aprender a solventar.
El balance de esta experiencia es positivo, ya que comienza a abrirse al compromiso y a preocuparse por las cuestiones de los demás, además de por las patatas. Doubler sigue en contacto con la señora Millwood, con quien tiene una especial sintonía, relación que da lugar a interesantes conversaciones que le estimulan y le lanzan a creer en su autoestima y capacidades sociales.
Con esta sencilla novela, Glaister presenta una historia muy cotidiana que constituye un canto a la amistad, a la amabilidad y a las segundas oportunidades vitales, conducida por un personaje que va creciendo en atractivo conforme avanza la acción. La novela está narrada con prosa sencilla pero cuidada y abundante humor, elemento que origina ingeniosos diálogos y situaciones y mantiene un tono positivo que permanece a lo largo de un relato agridulce que no cede ni un ápice a la sensiblería ni a los recursos artificiales o extravagantes. El resultado es una lectura amena y agradable.

Reyes Cáceres