FIN

Una mujer convoca a los miembros de su pandilla de adolescentes hoy cuarentones que prometieron volver a verse al cabo de veinte años, en un caserón abandonado en el Somontano. Aunque reacios, cada uno acude con sus recelos y su pareja y muestra su personalidad: el cáustico, el que se enfada, la que se hace respetar, el que está raro... Esa noche, mientras hablan de tantos temas y de una pesada broma que gastaron a Andrés, "el profeta", un chico religioso y moral al que detestaban, fallan todos los aparatos eléctricos. Ese momento tenso lleva a que cada uno siga sacando de sí mismo lo mejor y lo peor.
Es ésta una primera novela que parece de madurez, pues retrata con cercanía y acierto el imaginario de un grupo de personas que resultan familiares, pues son como sus lectores: hablan de los mismos temas, tienen las mismas preocupaciones. La tensión por saber más de ellos, por ver qué pasará cuando estén juntos, por averiguar qué le hicieron al "profeta", se mastica y mantiene al lector en vilo, como si fuera una novela policiaca. La narración, aparentemente sencilla, resuelve la cotidianeidad con perfecta armonía, con diálogos solventes, con personajes bien trazados, con las bromitas de carácter sexual habituales en esos ambientes, con discusiones también frecuentes, con peleas de parejas... Todo está bien trazado, todo es verosímil, todo está lleno de una tensión inteligente que se agradece.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa